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COLECCIÓN SKENE

48

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"Diálogo para un teatro vertebral -
El nuevo cerco de Numancia"

Alfonso Sastre


Este Nuevo cerco de Numancia es, en realidad, la segunda parte de las Crónicas romanas que ya aparecieron en el número 47 de las obras de Alfonso Sastre. La razón de que ahora aparezcan como una obra independiente reside en el hecho de que su actualidad es muy grande en este momento de la historia, en el que pueblos como el palestino y el iraquí son sometidos a tales cercos, represiones y embargos, que amenazan la realidad de su propia existencia como pueblos. Ellos se han atrevido a desafiar como Numancia lo hizo contra el Imperio Romano los dictados del imperialismo norteamericano que hoy actúa, en formas definitivamente desenmascaradas, hasta las más altas cotas de la brutalidad, sobre todo después del ataque que los EE.UU. sufrieron el 11 de septiembre del año 2001.
Esta edición pretende contribuir al desarrollo actual de un nuevo teatro político, y en ese sentido va el texto que la acompaña, Diálogo para un teatro vertebral, que es la radical novedad que aporta este libro: un manifiesto, en forma de diálogo, que propone a los grupos de teatro y a las compañías progresistas una programación que comporte, además de una decisión estética, un pensamiento político.

Nº de páginas: 134
PVP:  12 ¬

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Comentario sobre esta obra

EL NUEVO CERCO DE NUMANCIA

Carlo Frabetti

El nuevo cerco de Numancia es el título de una obra de teatro que, huelga decirlo, toma como referente literario y moral la Numancia de Cervantes. Pero también podría ser el nombre del embargo genocida al que el Gobierno de Estados Unidos y sus esbirros de la ONU someten a los iraquíes desde 1991 (por no hablar del brutal acoso semisecular del sionismo al pueblo palestino).

El embargo económico, versión moderna del antiguo "cerco" o "sitio" con el que se debilitaba las plazas a tomar, ya se ha cobrado en Iraq 1.700.000 víctimas (de las cuales más de 600.000 son niños menores de cinco años), según datos admitidos por la ONU, lo que equivale a un atentado contra las Torres Gemelas a la semana durante doce años, como demuestra una sencilla operación aritmética (aunque para los medios de comunicación y los organismos internacionales, los muertos iraquíes no parecen valer lo mismo que los estadounidenses).

Y ahora que un nuevo Escipión -o más bien un nuevo Atila- se dispone a tomar Bagdad a sangre y fuego, la mencionada obra adquiere una renovada y sobrecogedora vigencia. No es casual que acabe de reeditarse, precedida por un magnífico prólogo dramatizado, Diálogo para un teatro vertebral, en el que el propio autor, convertido en dramatis persona, reflexiona sobre la necesidad -y la lamentable ausencia- de un teatro político en el más pleno y noble sentido del término, es decir, un teatro realmente comprometido con la lucha por la liberación de los oprimidos: un "teatro rojo", en una palabra.

Escrita en su día, según palabras del autor, como metáfora de la heroica resistencia del pueblo vietnamita, El nuevo cerco de Numancia es igualmente válida como metáfora de la heroica resistencia del pueblo iraquí frente al mismo Imperio depredador, y como augurio de una victoria análoga a la que hizo salir de Vietnam a los invasores estadounidenses con el rabo entre las piernas; como saldrán de Iraq, si es que llegan a entrar.

En cuanto al autor, "mundialmente desconocido", como él mismo ironiza (pero en esto exagera: se lo conoce perfectamente, aunque se pretenda ignorarlo), cabría caracterizarlo por las clamorosas omisiones de las que ha sido -y sigue siendo- objeto. Ha dado mucho más esplendor al castellano que Cela, Muñoz Molina o Pérez Reverte, pero no está en la Real Academia de la Lengua. Es mucho mejor escritor que Cela y Umbral juntos, pero no le han concedido el Premio Cervantes. Su propuesta ética y estética es infinitamente superior a la de Cela, pero no ha sido propuesto siquiera para el Nobel. Es el mayor dramaturgo español de la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI, pero su presencia en nuestros escenarios siempre ha sido escasísima, casi marginal. No haría falta decir su nombre, si no fuera porque lo han silenciado sistemáticamente desde la derecha y desde la seudoizquierda (la misma seudoizquierda que pactó en la Moncloa y participó en la vergonzosa transacción que algunos llaman transición). Es evidente, o debería serlo, que estoy hablando de Alfonso Sastre.

 

Comentario sobre esta obra y sobre "Marx en el Soho" (nº 47 Skene)

¿UN TEATRO "CONTRA EL IMPERIO"?

"Diálogo para un teatro vertebral. El nuevo cerco de Numancia", Alfonso Sastre, y "Marx en el Soho", Howard Zinn

¿Se están dando pasos hacia la aparición en los escenarios de una nueva noción de "teatro político", que tendría sus raíces en lo que en el siglo XX fueron las tentativas de Piscator, Brecht o Peter Weiss (y otros muchos)? De todos modos, no hay que olvidar que el "teatro político", como una empresa artística, combativa y radical, nutrida con un pensamiento de izquierda, nunca ha dejado de tener vigencia en los escenarios europeos, por ejemplo, en la presencia incombustible de Dario Fo. Pero es el caso que ahora aparecen nuevos signos en ese sentido, entre los cuales se pueden reseñar fenómenos como el de que en los EE.UU. se represente con éxito la obra "Marx en el Soho" de Howard Zinn que ahora aparece entre nosotros, en una excelente traducción; y el de que surjan proyectos como éste que Alfonso Sastre llama "por un teatro vertebral", dirigido contra la omnipotencia del imperialismo norteamericano en el mundo, y ejemplificado con el texto dramático del mismo Sastre "El nuevo cerco de Numancia". ¡Un pequeñísimo y poético David -Fo, Zinn, Sastre y otros cuantos- contra un supergigante, político y económico, planetario, Goliat: el Imperio norteamericano; una empresa "irrisoria", y casi ridícula, como le gusta decir al autor de este último proyecto!; pero, ¿es que puede esperarse del arte algo más que algunas apuestas imaginarias por la utopía o pequeños (o grandes) gestos de insumisión?

Howard Zinn, ese gran historiador independiente, se confirma ya como un excelente autor dramático (después de la afirmación que supuso su drama sobre la anarquista Emma Goldman) en esta pieza en un acto, que es un brillante monólogo, en el que vemos a un Marx, humano y entrañable -qué gran papel para un actor- que vuelve al mundo de hoy para decirnos cuatro verdades como cuatro puños. ¿Y qué hay de verdad y qué de fantasía en este imaginario regreso de Marx a un escenario teatral de nuestro tiempo? Howard Zinn nos lo dice claramente, afirmando que en su obra "los principales acontecimientos de la vida de Marx y de la historia de su época son básicamente ciertos: su matrimonio con Jenny, su exilio a Londres, la muerte de sus tres hijos y los conflictos políticos de aquellos momentos: la lucha de los irlandeses contra Inglaterra, las revoluciones europeas de 1848, el movimiento comunista, la Comuna de París". Pero Zinn espera que su obra -nos dice- "ilumine no sólo aquel tiempo y el lugar de Marx en él, sino nuestro tiempo y nuestro lugar en él". Eso le otorga su gran actualidad en el día de hoy, cuando se ha producido, como Sastre denuncia en su reciente librito "Los intelectuales y la Utopía", tan masivo desplazamiento de intelectuales y artistas hacia la derecha más reaccionaria, y ellos se dedican a certificar, en los más importantes media, y con la dudosa fuerza de su maltrecho prestigio, el carácter definitivamente obsoleto del marxismo. La cosa empezó hace muchos años, con chistes como aquel que decía: "Dios ha muerto, Marx ha muerto, y yo no me encuentro muy bien del todo".

En esta obra, aparece en escena un Marx "bajo y rechoncho", que exclama al ver al público de la sala: "¡Gracias a Dios, un auditorio! Me alegro de que hayais venido. No habeis hecho caso de esos idiotas que han dicho: ¡Marx está muerto! Bueno, lo estoy... y no lo estoy". Y nos cuenta su vida y su filosofía del modo más directo y divertido, evidenciando las grandes virtualidades actuales de su filosofía.

El otro libro que hoy reseñamos, aunque sea muy brevemente (pues no es espacio lo que sobra para estos menesteres), contiene un manifiesto teórico -que habrá que añadir a los ya históricos de este autor, desde el del Teatro de Agitación Social (TAS) al que escribió "Por un teatro unitario de la revolución socialista (TURS)"-, y una tragedia altamente política y actual, que apunta a los nuevos "cercos" (y embargos) del Imperialismo: los de Iraq y Palestina: así pues, a tragedias actuales y a las que se avecinan, si los pueblos no paran los pies al Imperialismo hoy reinante en el mundo, desde la caída del sistema socialista.

No es lo menos interesante de esta obra lo que ella tiene de homenaje a la tragedia homónima de Cervantes, sobre cuya estructura Sastre escribió hace años esta tragedia nueva, conmovedora y atroz.

Roke Aldekoa