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COLECCIÓN SEDICIONES

"¿A dónde va Brasil? Un análisis metodológico del régimen de Lula"
James Petras

"La dinámica social del MST. Diez hipótesis sobre un liderazgo exitoso"
Henry Veltmeyer y James Petras

"Imperio y trabajo: EE.UU. y América Latina" y otros ensayos
James Petras

Nº de páginas: 168
PVP:  10 €

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Comentario sobre la obra

¿A dónde va Brasil”, y otros ensayos. James Petras

Lula, la gran estafa

Pascual Serrano www.pascualserrano.net
Rebelión

Menos de un año después de que James Petras publicase en esta misma editorial, Hiru, “Entre las urnas y la calle”, sale a la luz “¿A dónde va Brasil? y otros ensayos”. Cuatro meses antes de salir este libro, aproximadamente en septiembre del 2003, ya me comentaba en Caracas Petras sus impresiones sobre el nuevo presidente brasileño: “Lula es peor que Cardoso”, me decía. Reconozco que me impresionó, sin duda era un buen titular para una entrevista.
Ahora es el propio Petras quien lo escribe por activa y por pasiva en su nueva obra. Con su irreverencia habitual, el sociólogo norteamericano despedaza el mito izquierdista y sindical de Luis Ignacio “Lula” da Silva, líder el Partido de los Trabajadores y actual presidente de Brasil. Con la llegada al poder de Lula parecía que se iniciaba una nueva era, el eterno candidato de la izquierda, terror de latifundistas y multinacionales, llegaba al poder del coloso sudamericano. Las amenazas de fugas masivas de divisas no se hicieron realidad, pero tampoco por ahora, muchas de sus promesas electorales, véase la ansiada reforma agraria, tan necesaria en Brasil. Tras algunas decepciones en los nombramientos de ministros, asunto que aborda con detalle Petras, el presidente brasileño inicia un programa denominado Hambre Cero, destinado a erradicar el hambre de un país con recursos como para que nadie pase necesidades. El tiempo dirá cuál es el balance de este programa.
Mientras tanto, James Petras tiene claro que Lula da Silva es uno de los mayores fiascos de la izquierda mundial. En su prólogo ya nos prepara el terreno: “Para los activistas, particularmente para los implicados en la lucha contra las guerras imperialistas y el neoliberalismo, hay dos enemigos: el poder militar y económico de la derecha encabezada por Washington, y la influencia política e ideológica de los izquierdistas convertidos al neoliberalismo”. Para Petras “hoy en América Latina hay dos ejemplos de estos políticos izquierdistas que han abrazado las políticas neoliberales del imperio: Ignacio Lula da Silva en Brasil, y Lucio Gutiérrez en Ecuador”. Y algo de razón debe tener Petras cuando tan bien hablan de Lula figuras como Felipe González, el presidente del Banco Santander Central Hispano, Emilio Botín, o los presidentes Bush y Aznar
No obstante Petras no olvida su característico optimismo: “Si Lula representa el regreso a la derecha, los trabajadores rurales del campo representan la vuelta revitalizadora de la izquierda”. La obra se inicia con una entrevista de Mario Hernández procedente de Rebelión www.rebelion.org
En ella Petras va más allá de sus críticas a Lula: “lo que veo es el final del PT como proyecto popular. Hay que volver a reconstruir otro proyecto, con otra estructura, tal vez aprendiendo de los primeros periodos del PT”. Quizás sea sólo una triste coincidencia, pero hace dos meses me decía en México lo mismo del Frente Sandinista el que fuera ministro de Cultura nicaragüense, el sacerdote y poeta Ernesto Cardenal. Parece que es endémica la capacidad de los partidos fuertes de izquierda para disolver sus principios y hacerse irrecuperables.
El capítulo central de libro, “¿A dónde va Brasil?”, junto con Henry Veltmeyer, Petras, como buen sociólogo, evalúa el régimen de Lula mediante siete criterios metodológicos: La dinámica histórica del PT, la relación entre el PT y los gobiernos locales en los que ha ejercido el poder, el programa político de este partido, las alianzas y pactos económicos establecidos en la campaña electoral, el perfil del candidato, las características y trayectoria de los ministros nombrados en su gobierno y las primeras decisiones políticas y económicas tomadas ya en el poder.
Las conclusiones son claras: rechazo al referéndum sobre el ALCA que organizó el MST, pactos con el FMI; aumento de tipos de interés para atraer especuladores, reducción de barreras arancelarias con EEUU, renuncia a la recuperación de las empresas privatizadas, mantenimiento del pago de la deuda externa, reducción generalizada de las pensiones, repartos de tierra a un ritmo que requeriría mil años para asignar tierras a los 4’5 millones de familias que no la tienen, expulsión de los líderes críticos con el gobierno, nombramiento como director del Banco Central al expresidente de un banco multinacional norteamericano y votante de la derecha. “Si consideramos a que el régimen de Cardoso fue neoliberal ortodoxo, el de Lula sería neoliberal talibán”, sentencia Petras.
Hoy, a un año de gobierno de Lula y a seis meses de los razonamientos de Petras, un clamor desde la izquierda está denunciando la política del MST, incluidos intelectuales hasta ayer incondicionales de Lula, como Emir Sader, que ha llegado a afirmar que “en su primer año de gobierno, Lula se reveló fuertemente conservador: conservador en la política económica, conservador en dos reformas -la previsión social y la tributaria-, en los modelos recomendados por el Banco Mundial en su segunda generación de reformas, y conservador en los discursos -desmovilizadores, críticos de los movimientos sociales, sin mención del capital financiero y del neoliberalismo-“ (ALAI y Rebelión: http://www.rebelion.org/brasil/031221sader.htm ). Las miradas están ahora en el otro intelectual de referencia de Lula, Frei Betto
Igualmente, mil intelectuales encabezados por Noam Chomsky han denunciado la expulsión el pasado 13 y 14 de diciembre de 2003 de los congresistas de ese partido: Joao Fontes, Luciana Genro, Joao Batista Babá y Heloísa Helena por sus posiciones críticas al gobierno de Lula (ver http://www.rebelion.org/brasil/031209lu.htm ).
Por su parte, el MST se está impacientando ante tantas promesas incumplidas. “Tarde o temprano, el MST tendrá que reconocer que los campesinos sin tierra no tienen cabida en el régimen de Da Silva y que el movimiento tendrá que romper con él y volver a sus acciones directas habituales o sufrir la fractura, el declive y la absorción”, considera Petras. El descontento es cada vez mayor entre los sectores progresistas de la Iglesia y los trabajadores del sector del metal.
Para nuestro sociólogo, la única salida de los líderes y militantes de izquierda es el abandono del PT: “La permanencia en el PT significa el apoyo al partido del FMI; a George Bush, al ALCA, a los enemigos del presidente Chávez de Venezuela y a las patrullas conjuntas de control fronterizo con las del presidente paramilitar de Colombia, Uribe; una postura injustificable, por lo menos, desde una perspectiva popular y de izquierda”. Se trata de un dilema histórico en los partidos de izquierda cuyas direcciones abandonan sus históricos principios y sus ideales políticos. Para Petras, “la pequeña capacidad de disensión de la izquierda del PT y su manera de actuar creará la ilusión de que la reforma es posible desde el interior del régimen, lo cual bloqueará la emergencia de una corriente de oposición externa del PT y al régimen de Da Silva”.
Otro gran capítulo de la obra es el titulado “Imperio y trabajo: Estados Unidos y América Latina”. En él afirma que “los conservadores partidarios de la economía libre de mercado de la era imperial de Clinton fueron sustituidos por un gabinete dominado por ideólogos militaristas de ultra-derecha”. Para ellos Petras augura el mismo futuro que para la Alemania nazi: “lo mismo que los negocios alemanes prosperaron en las etapas iniciales de la expansión imperial nazi sólo para caer completamente por causa de sus sobredimensionadas operaciones militares y declinante base económica”. La principal novedad que aporta Petras al efecto de la política norteamericana en América Latina es “la proletarización de las condiciones de vida y sociales de la clase media, reduciendo su tamaño y radicalizando su perspectiva. La clase media se volvió hacia la protesta pública, militante y el establecimiento de alianzas sociales con los pobres”. Si bien el propio Petras reconoce que no de forma uniforme en todos los países, esto no es tan evidente en Venezuela y en México. “Por consiguiente –afirma el autor del libro- hay un nuevo proceso de conversión de clase forzado, de clase media a desempleados, de trabajos basura a clase obrera. En todas partes de América Latina la clase media ha disminuido su tamaño, su calidad de vida se ha deteriorado bruscamente y se ha vuelto más activa tanto en las urnas como en las calles, aliándose con movimientos políticos diametralmente opuestas, dependiendo del país”. Es lo que el autor llama la “clase media declinante”. Todo ello sin olvidar que “el impacto más devastador de la construcción imperial ha sido sobre la mano de obra rural, en particular los campesinos, pequeños agricultores, agricultores de subsistencia, trabajadores rurales y comunidades indias”. Su conclusión es que “en el proceso de construir un imperio neo-mercantilista de libre comercio y proteccionismo, Washington ha transformado la clase obrera urbana estable en un ejército empobrecido de masas desempleadas y subempleadas. El imperio ha desarraigado y desplazado a millones de campesinos por el desigual trato comercial, la violencia estatal y la expansión de los negocios derivados de la agricultura”. Mientras tanto, “a medida que los movimientos han sido derivados hacia la política electoral como vehículo político primario para la acción, los movimientos han perdido ímpetu y dirección política”.
Como es habitual en Petras, siempre hay un lugar en sus libros para brindar por los pueblos que se levantan y se rebelan. En esta ocasión es el texto “Grito de los excluidos”, donde el ensayista se permite un toque de lírica. Tras puntualizar que no es verdad que los pobres estén excluidos de la sociedad, “están integrados al sistema de producción y distribución pero no reciben beneficio alguno”, de donde están excluidos es de las esferas de poder. “El Grito de los Excluidos –señala Petras- es oído en diferentes contextos y tiene varios significados. El primer grito surge del dolor y del sufrimiento de pobreza y explotación que hace erupción cuando los pobres rehúsan sufrir en silencio. (...) El grito de los movimientos sociales es de afirmación, de poder colectivo, un grito no ya de desesperación sino un grito de guerra para la batalla. (...) El grito de los excluidos exige socialización de los medios de producción y toma del poder estatal. El grito final es un grito festivo, la celebración de la construcción de una nueva sociedad sin clases, sin excluidos ni excluyentes”.

La obra termina con un trabajo de Petras y Henry Veltmeyer que vuelve a Brasil ahora al MST: “La dinámica social del Movimiento de Trabajadores sin Tierra: diez hipótesis sobre un liderazgo exitoso”. Se trata, como su nombre indica, de una investigación sobre el liderazgo político de uno de los más dinámicos movimientos socio-políticos de América Latina, el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra de Brasil. Mediante encuesta y entrevistas a los cuadros líderes de un movimiento que ha organizado ocupaciones de tierra en 24 estados brasileños y que ha radicado a más de 200.000 familias en una década. Probablemente las claves del éxito de este movimiento no sean extrapolables a todos los colectivos, circunstancias y sociedades, pero sin duda, su análisis aportará una valiosa información que ayudará a entender los métodos adecuados de trabajo de los movimientos sociales.
En conclusión, estamos ante una recopilación de textos de James Petras que combinan una pesimista valoración de la política del presidente Lula en Brasil con las claves para el éxito del MST, un análisis de las clases medias latinoamericanas como clases económicamente declinantes que se incorporan a la lucha y una valoración de los nuevos vientos de agresión de la política exterior de George Bush. El tiempo nos dirá si las catastróficas previsiones de Petras respecto al presidente brasileño se cumplen o no. Estoy seguro de que hasta el propio sociólogo se alegraría de haberse equivocado.